GEOGRAFIA E HISTORIA DE AGUILAR

SITUACIÓN GEOGRÁFICA

La Bureba es, dentro de la provincia de Burgos, la comarca más homogénea y una de las más homogéneas de la región castellano-leonesa.

Está claro que Aguilar se encuentra en el corazón de la Bureba. Situada a una altitud de 688 m. en la cuenca del Oca, afluente del Ebro y río burebano por excelencia, el pueblo se abre a la llanura dispuesto en un caserío compacto e irregular que queda arropado en torno al espléndido románico de su iglesia parroquial.

Aguilar de Bureba

Su emplazamiento de llanura, sus campos abiertos, a los que se asoma desde el pequeño cerro sobre el que se alza la ermita de San Guillermo, sus suelos arcillosos y aluviales, profundos y fértiles, orientados hacia el cereal de secano, su unidad paisajística y topográfica le acercan a la entraña misma de la Bureba. Constituye, pues, uno de los mejores exponentes del enraizamiento en la historia, del tipo de poblamiento, de las riquezas artísticas, de las condiciones geográficas y de las actividades actuales de la comunidad burebana, así como de sus perspectivas de futuro (José Sagredo García).

HISTORIA

Su cercanía a Briviesca ha hecho que estuviera siempre en la órbita de la capital burebana. Aguilar tenía, en cierta medida, más categoría que Briviesca, porque Aguilar era una villa de realengo, es decir que dependía directamente del rey, mientras que Briviesca era una ciudad de señorío, que dependía de un señor, de un Condestable.

Ya a principios del siglo IX,se vive en un continuo sobresalto. La Bureba bulle de gentes que han escapado de los valles del Norte; llegan en grupos pequeños y se van estableciendo en los lugares que más les gusta. Aguilar debió de ser un sitio prematuramente elegido. Es una tierra extremadamente hermosa. Su economía se funda en el cereal, el vino y el cordero.

Aguilar ya es citado en el año 947, en los Cartularios de Oña : “in rivo de Aquilar, latus via de Aguilar”, derivado del latín Aquila, con el significado de “lugar de águilas”. Asimismo, en 1085 se cita el río Anguilas (“et in rio de Anguellas”), hoy conocido como Ronguilas.

Iglesia y pueblo estuvieron bajo la protección de los Condes de Haro, uno de los cuales,  D. Lope Díaz de Haro “Cabeza brava”,  trajo en 1227 los restos de San Guillermo desde Italia, con ocasión de la proclamación del Papa Gregorio IX, a la que asistió como embajador del rey Fernando III.

Según Fray Valentín de la Cruz (que ha dado varias charlas en el pueblo, así como algunas aportaciones en nuestro Boletín), Aguilar tenía dos escudos, por lo menos hasta 1890. Uno contenía una torre almenada sobre un monte (quizá la colina de San Guillermo, fortificada antes de edificarse la ermita). El otro llevaba un águila totalmente abierta, de una sola cabeza que mira a su derecha y tiene la cola extendida y garras perfectamente marcadas.

Pueblo levítico, bondadoso y tradiccional

Fray Valentín de la Cruz, en su libro titulado “Burgos. Guía completa de las tierras del Cid”califica a Aguilar de Bureba con estos tres adjetivos.

Pueblo levítico, es decir de sacerdotes. En 1960 era el primero de la diócesis en número de sacerdotes, religiosos y religiosas. Y en 1983, más del 10% de los naturales del pueblo, unos 26, tenían esta condición.

Pueblo bondadoso, “porque en las veces que lo visité pude palpar su hospitalidad y hasta fui invitado al vinillo hecho allí con uva de Rioja”.

Pueblo tradicional, pues conserva todavía algunas costumbres y tradiciones, perdidas en el resto de los pueblos. La más importante es la de los Ejercicios de San Francisco, que en la actualidad tiene lugar todos los sábados de Cuaresma. Son una reproducción viva y realista de la pasión de Cristo y en ellos participa todo el pueblo. Se sigue celebrando también la Fiesta del Rosario, el día de Santo Domingo, con procesión a la ermita, ofrenda de frutos y la posterior subasta de los mismos a beneficio de la parroquia. Tradición arraigada, asimismo, es la devoción a la Virgen Milagrosa, que se manifiesta en las imágenes de la misma que van pasando por las casas durante todo el año.

Como tradiciones profanas están: la celebración del Día de la tortilla, entre los niños, el domingo de Pascua; el elaborar el vino en las bodegas, aunque con uva traida de fuera; y sobre todo el Juego de las chapas en las Fiestas Patronales, que se celebran el último fin de semana de Mayo.

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