¡VAN CHAPAS¡

 

            Las monedas de cobre, tradicionalmente llamadas “perrasgordas”, normalmente de diez céntimos y de la época de Alfonso XIII, vuelan por el aire hasta tocar casi el techo, para caer con un tintineo sobre las baldosas. En el corro, los apostantes contienen la respiración. El baratero se agacha hasta el suelo, para asegurara gritos: “Cara y culo”. Murmullos de relajación. Hay una nueva oportunidad para todos, para el que tira las chapas y para los que apuestan en contra.

            El que las ha tirado antes coge de nuevo las monedas, las coloca cruz con cruz, muestra las caras al público y, adoptando la mejor postura, las lanza de nuevo. “¡Culos¡”, canta el baratero. Gran decepción para el lanzador. La próxima vez será; la suerte es tan cambiante...; todo es cuestión de coger una buena racha de caras. Los que han jugado en contra recogen sus apuestas, ya dobladas, con gran alegría.

            El baratero manda en el juego: él anima y “casa” las apuestas, canta el resultado, recoge las chapas, se cobra el tanto por ciento de lo apostado cuando las dos son caras; él lleva el orden y resuelve cualquier altercado. Él siempre ganará, sea más o sea menos; pero es su trabajo y es el que dobla el espinazo una y otra vez durante muchas horas.

 

            Este juego tan sencillo se mantiene desde hace muchos años en esa línea que divide lo ilegal de lo legal o tolerado (como sucede en Briviesca con el juego de la taba). Al jugarse en muchos de los pueblos de la Comunidad de Castilla y León (Miranda de Ebro o Melgar de Fernamental, en Burgos, Herrera de Pisuerga en Palencia, así como en algunos lugares del Bierzo y de Valladolid) sobre todo en la Semana Santa, Jueves y Viernes Santo especialmente, hace pensar en una rememoración de los soldados romanos cuando echaron a suertes la túnica de Jesús, para no rasgarla. Es la imagen pagana y viciosa de la Semana de Pasión.

            Sin embargo, en Aguilar de Bureba, como en otros pueblos de la comarca (aunque ya ha desaparecido en casi todos), este juego se practica en las Fiestas Patronales. Años atrás, se comenzaba el corro en las eras o en plena calle, en suelo de tierra, mientras había luz natural, inmediatamente después de la merienda popular, animados por las viandas y los tragos de chacolí. Pero desde hace más de 30 años se han preparado “corros” con mesas, bancos y luz adecuada para que se prolongue hasta altas horas de la mañana.

            Os esperamos el último fin de semana de Mayo de cada año, si queréis conocer esta tradición y jugaros unos eurillos; así conoceréis in situ el mecanismo del juego y participaréis de unas Fiestas populares inolvidables.

 

                                               Jesús González (Chuchi)